Hacernos
preguntas es lo único que nos puede alejar de esta horrible realidad. Eso, y
crear.
Podría hacer una lista de todas las situaciones que, de diversas maneras, nos protegen de no convertirnos en monstruos. Pero creo que ustedes, quienes me leen, saben muy bien qué los hace más humanos y cuáles cosas los desvirtúan completamente, hasta encontrarse un día en el cruce entre dos calles sin saber quiénes son, adónde carajo se fueron esas imágenes de la vida temprana que ahora quisieran con toda su alma reeditar.
Bueno,
resulta que se puede (reeditarlas, volverlas a sentir). Es cuestión de armarse
un lugarcito para respirar el aire mientras no dejamos de anoticiarnos del
espanto. Es como crecer y ser mejores, sin convertirnos en unos imbéciles. Es
difícil.
Las
personas capaces de reírse desde la panza, con ganas, a pesar de todo, y de
ayudar y amar cuando te bajan la dignidad de un disparo, son tan valientes. El
verdadero glow up es mental. Es saber que cada mañana podemos movernos y ver y
seguir sintiendo y pensando en alguien más, en otras cosas más allá de
nosotros. Es sentirnos y sabernos con derecho a la belleza, a pesar del horror.
A la belleza como experiencia trascendental, digo. A lo que da sentido al
cotidiano. Cada quién sabrá qué.
Y
quizás seamos súper especiales, talentosos, lo que sea. Pero ya está, que a
este mundo lo compartimos con 8000 millones. Y a veces parece que nos
olvidamos.
Hacernos
preguntas es lo único que nos puede alejar de esta horrible realidad.
Tener el coraje de ir a la verdulería cuando ya no nos quedan ganas ni de
inyectarnos popcorn en el cerebro viendo Netflix. Hay días que elegimos ser
mejores. Aunque eso solo haya sido cocinar algo casero en lugar de pedir una
hamburguesa. Llamar a alguien que se siente mal. Comprarle un café a la señora
que fue a pedir. O guardarte ese momento para vos en lugar de correr a subirlo
en ig.
Y crear.
Todos los textos y collages son de mi autoría y están protegidos por derechos de autor.