domingo, 28 de agosto de 2016

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Equilibra tus necesidades a tu riqueza
y no serás rico ni pobre,
sino simplemente afortunado.

                                            Quilón de Lacedemonia

martes, 23 de agosto de 2016

Esa belleza en la que toda cosa



La semana pasada volví a ver Belleza Americana. Gran película. De esas que están dando en la tele y volvés a verlas enteras, con la excusa de "esta parte es buenísima", "recién empieza", y otras frases con las que nos hacemos la psicológica frente a la pantalla hasta que llegamos al fin.

Esta película sin embargo, es de esas que no terminan cuando terminan, porque nos dejan pensando mucho. Naturalmente, no son los mismos asuntos que pensamos la primera vez que la vimos los que ocupan nuestra mente. Esta vez me impresionaron profundamente los personajes de Carolyn (la esposa frustrada del personaje principal) y el padre millitar retirado del chico que se enamora de la hija de Carolyn.
Es obvio que Kevin Spacey se roba la pantalla, pero estos dos que les dije me dejaron sumamente impresionada. ¿Por qué? y bueno. Porque son personas que se mintieron, mienten y mentirán las 24 hs de su vida, los 365 días del año. Pienso que tremendo es decirse las mismas frases millones de veces aún cuando nos damos cuenta de que no son así, de que somos unos payasos - tristes - hasta para nosotros mismos. Levantarse y acostarse con las mismas mentiras por miedo a que se resquebraje todo. 



En el caso de Carolyn, no asumir que es una mujer triste y aburrida, insatisfecha con cada aspecto de su vida. En el caso del padre militar, no hacerse cargo de su deseo, a saber, de su atracción por los hombres pero además negarlo discriminando a los que son homosexuales asumidos (no como él). 


La negación toma distintos aspectos en la vida de las personas y es increíble comprobar lo poderosa que es y como viene a ocupar el lugar del Yo auténtico, dejando a una persona de cartón en el lugar, habituada a gestos repetitivos para defenderse de Su verdad.

Con esta película aprendí dos cosas: la verdad es hermosa. Esa es la verdadera belleza. Lo que sentimos verdadero en nosotros mismos. Y no lo que nos "enseñaron" a apreciar como hermoso. Segunda cosa: nada, pero nada en todo el mundo, hace más horrible la vida que las mentiras que nos decimos. Queremos que nuestra vida sea de determinada manera y la ahogamos hasta hacerla ir hasta ahí... justo cuando nos damos cuenta de que es un espanto de vida. Porque todo el tiempo estuvimos forzando las cosas.
No respetamos a las cosas, ni a sus tiempos. Esa es la belleza. El tiempo de cada cosa. Incluídas las personas. Incluídos nosotros.
Besos


Emilie

Siento como si hubiese estado en coma los últimos 20 años.
Y ahora estoy despertando.