martes, 9 de julio de 2013

Genealogía de una bruja - Álbum ilustrado.


Pasó un buen tiempo desde que hice mi última reseña sobre algún libro. Esta vez, quiero hablar del álbum ilustrado Genealogía de una bruja, de Benjamin Lacombe y Sébastien Perez 





El álbum ilustrado es un género que cobró importancia más o menos desde los años '60, con el boom de la ilustración a color pero que está muy en boga estos días, inserto en  nuestra indiscutible cultura de la imagen.

Se caracteriza por combinar en una página texto e imagen, y en este caso tenemos como ilustrador al famoso Benjamien Lacombe, que se encargó de ilustrar este libro que es - para mí - una auténtica joya.



La edición consta de dos libros complementarios. 


"La pequeña bruja" cuenta la historia de Lisbeth, una niña que visita a su abuela todas las vacaciones y en uno de sus viajes descubre por qué tenía el don de poder terminar las frases de otros: Lisbeth era una bruja. Y su abuela, Olga, también.




Gracias a su poder de bruja, Lisbeth ayuda a aparecer a su amigo Edward, un niño tartamudo al que Lisbeth siempre ayudaba a terminar las frases, y la historia tiene su final feliz.




Es ahí donde entra en escena el segundo libro (mi preferido) que habla de toda esta estirpe de brujas, auténticas mujeres cuyas historias se combinan con grandes personajes de la humanidad, en donde se mezclan historia y fantasía, realidad y ficción. Es así como aparecen Juana de Arco, la madrastra de blanca Nieves, su abuela Olga y hasta la mísmisa mujer que se tranformó en la Mona Lisa como auténticas brujas. Al final de la genealogía, aparece ella misma, Lisbeth.





Una de mis más hermosas adquisiciones en materia librística este último tiempo. :) ésta es la contratapa.




Si les gustó este librito, pueden curiosear en el sitio en Facebook de Benjamin Lacombe.


Con color


Happiness by Carolina María



Hay días en los que nada parece imposible.
 
Y yo... Amo los días así.
 
 
 
 
 


   

domingo, 7 de julio de 2013

Sobre callar

Fuente: google



 Qué triste invierno para los que callan y no dicen. Qué desolación más abrumadora para los que saben y no comparten. Qué feo debe ser saber donde está el calor pero negarse a ir. Siempre creí que la angustia nos indica un camino, pero antes debemos aceptar algo. Siempre pensé que los nudos se desanudan y las manos se estrechan y sale como una cosita que hormiguea y es la energía. No hay que negarse a hablar de lo que uno necesita hablar. Simplemente eso. Sino, es como recluirnos a nosotros mismos en la nada. La nada como lugar horrible donde estar. Nada que no deja ser. Nada que solo calla.