miércoles, 10 de abril de 2013

Arquetipo de la doncella


"Nadie se ilumina fantaseando figuras de luz, sino haciendo consciente su oscuridad" . 

                                                                                                                                Carl Jung


Existe una canción en nuestras vidas que tiene tres momentos. Primero, el llamado dulce de la doncella. En el canto de la dulzura, coexisten voces que nos llaman, que nos interpelan. Siempre debajo de la voz principal, resuenan otras voces. Voces que no quieren - que no pueden -ser acalladas.
En todo lado de nuestro ser, como sea que lo llamemos, está siempre el otro. Su opuesto. Desde hace décadas y hasta el día de hoy, la literatura, la música, y otras manifestaciones artísticas hablan de la idea de conciliar los opuestos.

 Antes del segundo momento,  hay una pausa donde la voz secundaria, que se oía menos al principio, queda resonando. No podemos volver la espalda a las cosas que no nos gustan, que nos hieren. Tenemos que descender a escucharlas.

El segundo momento es la revelación del misterio. La promesa de que después de escuchar la voz, la doncella cantará mejor y más fuerte. Ya no volverá a quedarse dormida bajo el árbol muerto, pues está a punto de despertar. La revelación del misterio, que entra con instrumentos de aire, nos hace transitar momentos negados, perdidos en el fondo del inconsciente. Los arquetipos nos ayudan en el camino del encuentro de nuestro Yo verdadero. La Vida quiere que aprendamos, que nos desarrollemos como seres humanos.

Por eso después de la entrada de la flauta, la doncella vuelve a cantar. Las voces del fondo siguen sonando, pero ahora están en armonía con la doncella. Es así como se tornan menos sugestivas, menos amenazantes. Ya no cantan otra melodía distinta. Ya no interpelan ni hacen ruido: acompañan. Así es el ciclo. Quizás más adelante, vuelvan a surgir, porque asi es la vida, y así es la mente.

Pero cuando entran los violines, tenemos la firme certeza de que aconteció un cambio en lo profundo del ser. Es la promesa para quien se adentra en lo más hondo. Es conocer la vida, conociendo la muerte. Simplemente, las cosas ya nunca volverán a ser como antes. Y la canción termina, justo de la misma forma en que comienza.

Y todo empieza otra vez.


5 comentarios:

  1. Tres momentos hacen una vida y bailamos a su ritmo.


    Abrazo :)

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  2. Q hermoso... y tu interpretacion de la cancion esta barbara. bsos

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  3. ¡Excelente trabajo, en él encuentro la combinación hermosa de las bellas artes... pero lo más esencial es su contenido!¡Para mí ha sido un gran honor hallar en mi camino tu maravillosa obra, la he leído y escuchado con mucha atención y siento que en ella alcanzaste una gran profundidad a nivel de filosofía existencial!¡Mis más sinceras felicitaciones
    Marcelo
    Cirujano Especialista en cirugia de nariz

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