domingo, 23 de octubre de 2022

Kind of blue




Azul es el color de la distancia, según Rebecca Solnit, y es también el color de la tristeza, como en I feel blue. El azul colorea grandes espacios que le dan a la vida un borde y la rodean, como los oceános; pero que además la cubren y la permiten, como el cielo.




El azul se asocia con la libertad, lealtad, armonía, fidelidad, seriedad y verdad. Simboliza también a la fuerza y a la autoridad, a la energía física, a la inteligencia.

Hoy me siento azul. Mi aliciente para estos casos, son la compañía (en un rato llega mi amiga Valentina a tomar unos mates) y la música.

Kind of blue (ya lo conocen quienes aman el jazz) es un disco de Miles Davis que fue grabado como resultado de de dos sesiones de improvisación a comienzos de la primavera de 1959 en Nueva York.  Davis le pidió a sus músicos que casi no ensayaran y ellos llegaron al estudio con una pobre idea de lo que iban a interpretar. Según afirmaciones del pianista Bill Evans, Davis sólo les dio bocetos de las líneas de escalas y melodías. Una vez en el estudio, hubieron breves instrucciones de cada pieza y después se pusieron a grabar, espontáneamente.

Los resultados son increíbles. Solo basta sentarse a escuchar... dejar que el tiempo pase. que la música se despliegue.

Que sea azul el tiempo que sea. Algo aprenderemos.




domingo, 28 de agosto de 2016

1


Equilibra tus necesidades a tu riqueza
y no serás rico ni pobre,
sino simplemente afortunado.

                                            Quilón de Lacedemonia

martes, 23 de agosto de 2016

Esa belleza en la que toda cosa



La semana pasada volví a ver Belleza Americana. Gran película. De esas que están dando en la tele y volvés a verlas enteras, con la excusa de "esta parte es buenísima", "recién empieza", y otras frases con las que nos hacemos la psicológica frente a la pantalla hasta que llegamos al fin.

Esta película sin embargo, es de esas que no terminan cuando terminan, porque nos dejan pensando mucho. Naturalmente, no son los mismos asuntos que pensamos la primera vez que la vimos los que ocupan nuestra mente. Esta vez me impresionaron profundamente los personajes de Carolyn (la esposa frustrada del personaje principal) y el padre millitar retirado del chico que se enamora de la hija de Carolyn.
Es obvio que Kevin Spacey se roba la pantalla, pero estos dos que les dije me dejaron sumamente impresionada. ¿Por qué? y bueno. Porque son personas que se mintieron, mienten y mentirán las 24 hs de su vida, los 365 días del año. Pienso que tremendo es decirse las mismas frases millones de veces aún cuando nos damos cuenta de que no son así, de que somos unos payasos - tristes - hasta para nosotros mismos. Levantarse y acostarse con las mismas mentiras por miedo a que se resquebraje todo. 



En el caso de Carolyn, no asumir que es una mujer triste y aburrida, insatisfecha con cada aspecto de su vida. En el caso del padre militar, no hacerse cargo de su deseo, a saber, de su atracción por los hombres pero además negarlo discriminando a los que son homosexuales asumidos (no como él). 


La negación toma distintos aspectos en la vida de las personas y es increíble comprobar lo poderosa que es y como viene a ocupar el lugar del Yo auténtico, dejando a una persona de cartón en el lugar, habituada a gestos repetitivos para defenderse de Su verdad.

Con esta película aprendí dos cosas: la verdad es hermosa. Esa es la verdadera belleza. Lo que sentimos verdadero en nosotros mismos. Y no lo que nos "enseñaron" a apreciar como hermoso. Segunda cosa: nada, pero nada en todo el mundo, hace más horrible la vida que las mentiras que nos decimos. Queremos que nuestra vida sea de determinada manera y la ahogamos hasta hacerla ir hasta ahí... justo cuando nos damos cuenta de que es un espanto de vida. Porque todo el tiempo estuvimos forzando las cosas.
No respetamos a las cosas, ni a sus tiempos. Esa es la belleza. El tiempo de cada cosa. Incluídas las personas. Incluídos nosotros.
Besos


Emilie

Siento como si hubiese estado en coma los últimos 20 años.
Y ahora estoy despertando.



jueves, 9 de junio de 2016

Lo pequeño. Lo muy, muy pequeño.




Hace unos años fui a una muestra fotográfica muy extraña. La artista había fotografiado texturas distintas, de telas, de cartones, de maderas, y sobre las mismas, había hecho micro-intervenciones: sobre una de las telas unas mesitas chiquitas con tacitas de café, sobre las maderas restos de papeles chiquitos como si algún ser microscópico hubiese estado hace unos minutos leyendo. Llamar la atención sobre el detalle, es un recurso tanto del arte visual como de la poesía. Perderse en lo "grande", y olvidarse de los pequeños detalles, es cualidad de ser humano por excelencia.

Un poco después de esa muestra, vi la película Arrietty y el mundo de los diminutos: seres que viven debajo de las baldosas de una casa. La gente como nosotros, hace sus vidas cada vez más difíciles, entonces cada vez quedan menos de ellos. Si queremos ponernos un poco profundos, podemos pensar que esta animación (como todas las del estudio Ghibli, en realidad) lo que pretenden es hacernos reflexionar acerca de nuestra dejadez respecto a ciertas aristas de la vida cotidiana: es cierto que el ser humano avasalló a otros seres vivos (árboles, plantas, animales) pero, ¿que pasaría si además no estaríamos dejando espacio en nuestra vida para que "lo pequeño" crezca, se desarrolle? Y... ¿qué es lo pequeño? ¿y por qué importa?.



Finalmente, este año llegué a este video de Coldplay. Cuando mi amigo me comentó algo respecto del lenguaje visual y la poesía, yo le comenté que últimamente vengo viéndolo todos los días. No solamente por lo que tiene de fantástico. Es una forma de ver el mundo que no pone a las "cosas importantes" en un primer plano. Lo que importa es eso pequeño, ínfimo, frágil, que está sucediendo alrededor de ellas. Como las fotos de aquella artista, ya ves.


lunes, 30 de mayo de 2016

Sálvalo, mamita




Hace poco me enteré que existe un CD llamado Jazzuela, que recorre la cartografía de Rayuela a través de los pasajes musicales que Julio Cortázar fue dejando en el libro, como pistas cifradas.

Hace mucho que en mi cabeza suena esta frase: Sálvalo, mamita. Después me acordé de esta poesía del Cortázar que escribió, hace unos años atrás en Salvo el crepúsculo, donde ya no sentía vergüenza de su poesía para nada (o al menos si la sentía pudo animarse, por el bien nuestro, a publicarlas). Ya no las escondió como en su primer libro de poesía que fue publicado con un seudónimo y prontamente retirado de las librerías. Creo que un Cortázar ya maduro, avesado en cuestiones literarias, después de haber luchado por lo que consideró justas causas, se sintió en su derecho de - por fin - mostrarnos estas poesías donde, de cuando en cuando, nos da el leve descanso de la prosa.

Frente a la crítica que le hace un amigo por mezclar poesía con prosa, Cortázar responde que poesía y prosa se potencian recíprocamente y que lecturas alternadas no las agreden ni derogan. Se queja además de esa "seriedad que pretende situar la poesía en un pedestal privilegiado, y por culpa de la cual la mayoría de los lectores contemporáneos se alejan más y más de la poesía en verso, sin rechazar en cambio la que les llega en novelas y cuentos y canciones y películas y teatro...".

Höderlin dijo alguna vez que el ser humano habita poéticamente la Tierra. Ni siquiera hace falta leer poesía. Porque la misma persona que dice que no lee poesía (no la entiende, no le gusta), es la misma persona que se conmueve con una mínima operación estética como una conversación placentera entre dos, con las montañas del norte, con una sensación de dolor (ajeno o propio).

Creo que percibir la vida poéticamente es también ir guardando. Dicen que en épocas difíciles debe uno llevarse algo al fuerte, para después salir con más fuerza. Salvar algo, es un movimiento de supervivencia. Y guardar para uno, es una urgencia estética que nos libra del hambre, de los dolores, de algunos días. La poesía es (para muchos, para mi) un aliento de existencia que reinvindica la vida por sí misma. No le impone más condiciones que la de ser lo que es. Quizás por eso a Cortázar no le importó ya que le dijeran lo horribles que eran sus poesías. Él las siguió guardando.

Y un día, las juntó para publicarlas.
Quiero decir, las salvó.